lunes, abril 23, 2007

El viaje (III). De lo que en Praha acaeció y del paso de la frontera.

(tiempo de lectura: 2min50seg)

Bien Estamos en Praha, los pajaritos cantan y las nubes se levantan, hemos quedado con Sami y tenemos coronas en nuestros bolsillos, la cosa pinta bien, parece que nuestro viaje desorganizado está tomando forma. Además sabemos más o menos dónde está Andrés y podemos contactar con él, aunque tiene compromisos y hoy no puede quedar con nosotros.

Lo primero es visitar el viejo centro de Praha, la vieja Mala Strana. Vemos la plaza de la ciudad vieja y nos damos una vuelta por el centro. Esa noche estábamos machacados, acabamos en un parque al lado del río tumbados en el césped, mirando al cielo, los cinco despojos humanos, comenzamos a barajar la posibilidad de ir a ver un concierto de jazz esa noche y así lo hacemos. Uno de los mejores locales de jazz de Praha, adquirimos las entradas y el paso siguiente es cenar, vamos a un supermercado, cogemos un poco de pan, algo de embutido, unas botellas de agua y a cenar, seleccionamos un lugar; el jardín de la ópera… bueno, estamos en Praha y podemos decir que esa noche cenamos en la ópera. El concierto de jazz increíble, una orquesta de 17 músicos y director, muy bien tocado y toda la gente mirándonos ya que, probablemente, éramos los únicos jóvenes del local.

(De izquierda a derecha los indeseables del viaje en la calle del oro: Álex, Efraim, Roberto y yo.) Al día siguiente descansados hacemos ruta, barrio judío, centro otra vez, puente, y demás ciudad, por la noche hay que prepararse porque llega la noche grande de Praha, lo primero es ir a la residencia de Andrés dónde había fiesta Griega,… -obviemos las asociaciones fáciles y ahorrémonos el chiste en los comentarios- llegamos casi al final por unos problemas con los tranvías y nuestro conocimiento de Checo… nos costó poco cogernos y tras eso nos dirigimos a una discoteca llamada The Cross, ambiente industrial con la música típica de las discotecas de la zona, el techno. Después estuvimos en otra discoteca de la que no recuerdo el nombre,… espero que algún compañero de viaje en los comentarios me lo recuerde –y no seáis malos en los comentarios con este lapso mental- después ya pasadas las cinco entramos en una más llamada Studio’54 en la que acabamos la noche,… o el día, que cuándo salíamos el sol estaba en todo lo alto, a las 10 de la mañana, nos costó un poco encontrar el albergue, pero llegamos.

He de decir que la fiesta en Praha es algo distinto a como la conocemos aquí, todo es mucho más extremo y la gente bastante más bestia,… seguramente porque es una ciudad dónde hay mucho erasmus y eso se nota, las chicas, algo excepcional Hidalgo, son distintas a las Españolas,.. No me quejo de las Españolas eh!! Que conste, que aquí tenemos mucha suerte, pero aquellas son… distintas. Altas, rubias y de ojos clarísimos como el cielo… distintas. Muchas eran tan altas como yo (1’90) y la gran mayoría superaban el metro setenta.

Al día siguiente, el último de nuestra estancia en Praha, fuimos a la residencia universitaria de Sami, vimos el castillo, el observatorio y la torre de Mala Strana, subimos los millones de escaleras para ver una gran vista de Praha -de ahí tomamos la foto que hay en el post anterior dónde se ve el castillo- y por la noche cumpleaños de un Italiano y barbacoa en el jardín de la residencia de Sami… Praha se acaba, pero volvemos a empezar. A la mañana siguiente rumbo a Bratislava, en Eslovaquia.

Nos despertamos,… quedan 20 minutos para que salga el tren, mi frase al despertar a la gente es:

- ¿Bueno, nos replanteamos ver Bratislava,…? –Pero sabía lo que había-
- ¡Qué va! ¡¡Corriendo!!

Dejamos Praha no sin antes haber tocado la estatua que promete que su roce te hará volver. Hasta pronto Praha. Salimos corriendo y llegamos al tren cuándo se cerraban las puertas. Machacados, Roberto y Efraim se quedan durmiendo y voy a por un bocata, mientras tanto sube la policía Eslovaca y pide pasaportes,.. Yo me escabullí pero a los colegas, a grito pelado les despertaron,… lo que creó una gran indignación en Efraim… no me extraña, ellos no se andan con rodeos. No sin algún que otro contratiempo llegamos a Bratislava, hablamos con información turística de la estación –los únicos que hablaban inglés en aquel condenado país- y nos dan planos de la ciudad y nos hacen las indicaciones iniciales. Coming up!!

Allí la gente está saliendo del bache, es una pequeña Praha pero sin dinero, los edificios están restaurados mal, con cemento y a veces tapando las fachadas y los mosaicos, se nota que esta gente está adaptándose a Europa, no hablan inglés salvo la gente joven y se asombran de ver turistas. Un hecho gracioso fue que al ser el día nacional del Cáncer en Eslovaquia los chavales de los institutos y las universidades iban con huchas recaudando dinero, hasta que no cruzamos con unas chavalitas que chapurreban algo de inglés y nos explicaron para qué era aquello no nos enterábamos de nada; llegaban mostraban la hucha y soltaban una sarta de frases ininteligibles a lo que respondíamos –Excuse me, Could you speak me in English?, acto seguido nos miraban y negaban con la cabeza. Era curioso como aquellos chavales te miraban fascinados e intentaban explicarte lo que estaban haciendo. Era,… la España de los 80, un lugar poco acostumbrado a ver gente de fuera y que, exceptuando las generaciones fuertes, rechazan a lo desconocido recelosos.

Tras ver Bratislava, una ciudad pequeña, que se ve bastante bien en un día volvimos al aeropuerto, habíamos dejado atrás otro país y la idea de que el siguiente era el último nos entristecía,.. Pero no había que claudicar,… quedaba Alemania, Frankfurt nos esperaba y como no… ¡volvíamos a Empezar!

Un saludo.