miércoles, mayo 02, 2007

El viaje (IV). De nuestra visita a tierras teutonas y del regreso al Reino de Valencia.

(Tiempo de lectura: 2min10seg)


Bueno, con este post cerraré la crónica del viaje, dejamos Bratislava atrás, todos tenemos claro que hay que volver, Chequia y Eslovaquia son zonas a visitar de vuelta, zonas que marcan. En el aeropuerto ya quemamos las últimas coronas en unos malditos bombones llenos de ron que no había dios que comiese. Esperando nuestro vuelo a Frankfurt tirados en los bancos del aeropuerto gastamos los últimos minutos de nuestra estancia en la antigua Checoslovaquia.

Sale el avión y a eso de las doce de la noche llegamos al aeropuerto de Frankfurt-Hahn. Del aeropuerto a la ciudad distan unos 150 kilómetros, compramos el ticket de bus y llegamos al albergue juvenil a eso de las dos y media de la noche. Tras un encontronazo con una señora con las capacidades mentales algo distorsionadas subimos a la sala común de la residencia. Lo primero, tras subir por las escaleras comienzo a quitarme anorak, jersey, mochila,… lo dejo en la barra y oigo un estruendoso:

-¡Vaya horas de llegar!

Como no, a esas horas lo único que había en la sala eran españoles, y seguido a eso el diálogo entre aquella chica de Guadalajara y yo fue algo así:

- Ya ves chica, a la que nos han dejado…
- ¡¡Venga!! Dejad todo eso y a beber –ofreciéndome una cerveza, que gustoso acepté-

Y es que los españoles somos así… si hay alcohol de por medio parece que el resto no importa.

Ese día había terminado, bajamos a la habitación y tras tener un nuevo encontronazo con el huésped que se situaba bajo mi litera,… parece que no le sentó muy bien que llegásemos a las tres y pico a la habita… nos dormimos, mañana será otro día.

Pues bien, somos tres tíos, sin un jodido euro, en ayunas y en una ciudad totalmente desconocida, ¿qué hacemos? Lo primero, ir a un súper a desayunar y mirar sitio para comer, he de decir que eran más de las 12… Buscamos un súper y compramos unos zumos, encontramos un Kebap para comer,… supervivencia y tras comeros el correspondiente plato y un postre de un kilo (relación cantidad-precio)… bueno, sobre todo el par de entes que tengo por amigos, yo con una ración tengo bastante… damos una vuelta por la ciudad.

Frankfurt es una ciudad que sorprende, es tranquila, urbanísticamente bien resuelta, han sabido componerla con edificios innovadores, grandes rascacielos con caras acristaladas y soportando el ambiente de la ciudad antigua. Separando zonas con parques sobrios que confieren un aspecto de tranquilidad. El edificio de Foster, el Banco central Europeo, el Deutsche Bank, todos, edificios enormes y por otra parte la plaza antigua que se ve en la foto. Curioso. Visitamos el museo Goethe, con una visita guiada por una chica que hizo la traducción simultánea, algo de agradecer. Acabamos la visita en la plaza sentados en una fuente, apurando los últimos momentos de las vacaciones. Decidimos ir al albergue y preguntar por un supermercado para comprar algo de cenar. Roberto y yo somos los encargados de ello, Efraim sube a la habitación con esperanza de que al regreso tengamos dispuesta la compra… cual fue su sorpresa que al bajar nos encuentra a los dos, con sendas botellas de cerveza en la barra:

-Tío,… que cenamos birra,

En un segundo estábamos hablando con el grupo de españoles y mejicanos para preparar la noche, la última noche, de fiesta por Frankfurt mientras jugábamos una partida de mus con un chaval madrileño. La verdad, Frankfurt bien, pero, lo mejor, la gente que conocimos allí; gente de Valencia, Madrid, Guadalajara, Méjico. Saludos para todos y mucha suerte.

Pues bien, a la mañana siguiente corriendo para coger el bus con las colegas de Valencia que llevaban el mismo trayecto, perdimos el primero, no está mal, que llegando tarde a todos los sitios sólo hayamos perdido sólo un bus ¿no?, en fin subimos al avión y tras un par de horas estábamos de regreso en Valencia. La aventura había finalizado. Ahora,… preparando el siguiente, se agradecen ideas, Ámsterdam por ahora lleva la delantera.

Un Saludo.